El otro día vi un interesante documental que narraba el comienzo de una invasión de pitones asiáticas en los pantanos de Florida (Parque Nacional de los Everglades). La hipótesis más plausible es la suelta de estos animales por parte de sus propietarios.
Al parecer mucha gente compra (en la mayoría de los casos ilegalmente) estas serpientes, y cuando el animalito empieza a medir unos cuantos metros y es grueso como un muslo, el personal se harta del bichito (que se acojona del monstruo, vamos) y lo suelta en los pantanos para que viva feliz.
Y tan feliz... Según los expertos, esta invasión está a punto de convertirse en un desastre ecológico ya que las serpientes se encuentran en este nuevo hábitat como en su casa, y los animales autóctonos, no adaptados a las técnicas de caza de estos nuevos predadores, están cayendo como moscas.
De esta historia yo he extraido tres moralejas (que me dejan pasmado, para variar):
1. La gente es muy rara, por no decir otra cosa peor: ¿Que puede llevar a una persona a tener un bicho de esos como mascota? No te reconoce, no obedece, no es acariciable, no es cariñoso, y no te devora porque eres demasiado grande. De hecho se han dado casos (y así lo reflejaba el documental) en que estos animales han intentado e incluso conseguido devorar a bebés y niños pequeños de las familias que los acogían. Y mucha gente llega incluso a infringir la ley con tal de tenerlos ya que si los compras legalmente hay que registrarlos y cumplir una serie de condiciones. ¿Qué demonios le pasa al personal?Incluso han encontrado en los Everglades pitones africanas, especie mucho más agresiva y territorial, que ataca incluso sin mediar provocación. Uno de los científicos del documental se preguntaba atónito qué podía llevar a una persona a meter en su casa a una bestia como esa.
2. La gente es gilipollas, insolidaria, egoista... (y aquí sí que me desagogo): Cuando se cansan de las bestezuelas, en vez de llevarlos a las autoridades o dejarlos anónimamente en la puerta de una institución adecuada (como hacen algunos), los sueltan en un puñetero Parque Nacional. ¿Esa gente no ha oido hablar JAMÁS del peligro de las especies invasoras? ¿Tan desinformados están? ¿O es que sencillamente les da todo igual?
3. De nuevo vemos la necesidad de un Estado regulador frente el liberalismo absoluto: Y perdonen ustedes que meta la pincelada político-económica pero es que (contraviniendo las órdenes de mi médico) he vuelto a leer blogs ultraliberales y tengo que sacar la mala leche que se me pone por algún lado.
Es increible que a estas alturas del partido siga habiendo gente que suelta unas soflamas liberales totalmente anacrónicas y utópicas. Gente que aboga por la práctica desaparición del Estado.
Si ya la situación que he descrito es mala, imagínense lo que sería si no hubiera ninguna restricción al comercio de estos bichos (y de tantos otros), si el Estado no persiguiera a los importadores ilegales de especies exóticas (total, creemos en el libre mercado ¿no?). Y si el Estado no contratara científicos para atajar y controlar esta situación ¿quién lo haría?
Que nadie se engañe, los mercados se componen de empresas, pero las empresas las dirigen personas, y éstas miran por sus intereses particulares y en el corto plazo que abarcan sus vidas físicas. Muy pocas empresas velan (si no se les obliga a ello) por lo que pasará dentro de 50 años o a personas que no sean sus clientes directos.
La Administración es imperfecta y comete (porque también la componen personas) muchos errores, pero la alternativa, la ausencia de Estado, es mucho peor. Y me parece mentira que aún haya que decir cosas como ésta.
Al parecer mucha gente compra (en la mayoría de los casos ilegalmente) estas serpientes, y cuando el animalito empieza a medir unos cuantos metros y es grueso como un muslo, el personal se harta del bichito (que se acojona del monstruo, vamos) y lo suelta en los pantanos para que viva feliz.
Y tan feliz... Según los expertos, esta invasión está a punto de convertirse en un desastre ecológico ya que las serpientes se encuentran en este nuevo hábitat como en su casa, y los animales autóctonos, no adaptados a las técnicas de caza de estos nuevos predadores, están cayendo como moscas.
De esta historia yo he extraido tres moralejas (que me dejan pasmado, para variar):
1. La gente es muy rara, por no decir otra cosa peor: ¿Que puede llevar a una persona a tener un bicho de esos como mascota? No te reconoce, no obedece, no es acariciable, no es cariñoso, y no te devora porque eres demasiado grande. De hecho se han dado casos (y así lo reflejaba el documental) en que estos animales han intentado e incluso conseguido devorar a bebés y niños pequeños de las familias que los acogían. Y mucha gente llega incluso a infringir la ley con tal de tenerlos ya que si los compras legalmente hay que registrarlos y cumplir una serie de condiciones. ¿Qué demonios le pasa al personal?Incluso han encontrado en los Everglades pitones africanas, especie mucho más agresiva y territorial, que ataca incluso sin mediar provocación. Uno de los científicos del documental se preguntaba atónito qué podía llevar a una persona a meter en su casa a una bestia como esa.
2. La gente es gilipollas, insolidaria, egoista... (y aquí sí que me desagogo): Cuando se cansan de las bestezuelas, en vez de llevarlos a las autoridades o dejarlos anónimamente en la puerta de una institución adecuada (como hacen algunos), los sueltan en un puñetero Parque Nacional. ¿Esa gente no ha oido hablar JAMÁS del peligro de las especies invasoras? ¿Tan desinformados están? ¿O es que sencillamente les da todo igual?
3. De nuevo vemos la necesidad de un Estado regulador frente el liberalismo absoluto: Y perdonen ustedes que meta la pincelada político-económica pero es que (contraviniendo las órdenes de mi médico) he vuelto a leer blogs ultraliberales y tengo que sacar la mala leche que se me pone por algún lado.
Es increible que a estas alturas del partido siga habiendo gente que suelta unas soflamas liberales totalmente anacrónicas y utópicas. Gente que aboga por la práctica desaparición del Estado.
Si ya la situación que he descrito es mala, imagínense lo que sería si no hubiera ninguna restricción al comercio de estos bichos (y de tantos otros), si el Estado no persiguiera a los importadores ilegales de especies exóticas (total, creemos en el libre mercado ¿no?). Y si el Estado no contratara científicos para atajar y controlar esta situación ¿quién lo haría?
Que nadie se engañe, los mercados se componen de empresas, pero las empresas las dirigen personas, y éstas miran por sus intereses particulares y en el corto plazo que abarcan sus vidas físicas. Muy pocas empresas velan (si no se les obliga a ello) por lo que pasará dentro de 50 años o a personas que no sean sus clientes directos.
La Administración es imperfecta y comete (porque también la componen personas) muchos errores, pero la alternativa, la ausencia de Estado, es mucho peor. Y me parece mentira que aún haya que decir cosas como ésta.
Yo también vi ese documental, estuvo muy entretenido je je. Pero hay algo que el documental no explica: dice que la pitón de birmania puede extenderse por el sur de los Estados Unidos, pero no nos aclara si podría extenderse por México, y en qué partes podría adaptarse, tal vez la respuesta sea sencilla (¿en todas?), pero de alguna manera también me interesa la situación de México, ya que es mucho más mega diverso que los EU, y si la pitón se extiende por la república mexicana podría causar grandes estragos en la biodiversidad.
ResponderEliminarEl tema es interesante, pero hay poco por hacer, sobre todo si tomamos en cuenta el poco interés que se tiene a estos temas, y también si tomamos en cuenta la ignorancia de las personas en general y de los compradores de estos animales en particular.