miércoles, 2 de febrero de 2011

Pasmo nº 40: El fracaso escolar (III)


Sigo dándole vueltas al temita del fracaso escolar. El asunto da para mucho y yo soy un poco pesado (para qué negarlo).

Dejándonos de teorías pedagógicas más o menos chorras y de filosofías buenistas, creo que está claro que todo el mundo, al menos en algún momento de su vida, estudia porque se ve obligado a ello.

Incluso los estudiantes más aplicados y entusiastas han tenido una fase o alguna materia en concreto en que hubieran preferido hacer cualquier otra cosa antes de estar sentado ante los libros o atendiendo en clase. ¿Por qué ha seguido con ello entonces? POR OBLIGACIÓN. Es así de triste o así de duro, pero los adultos también hay muchas mañanas en que no nos levantaríamos para ir a trabajar.

Cuando yo era niño, lo teníamos claro: Los padres trabajaban y cuidaban de la casa y los hijos estudiábamos. Era lo que tocaba. Lo que HABÍA QUE HACER. Y si no alcanzabas los resultados esperados había consecuencias, más o menos duras dependiendo de la severidad de los padres y de las capacidades de cada uno.

Pensemos ahora en uno de estos muchachos abúlicos y pasotas que en el mejor de los casos en clase son un bulto sospechoso y en el peor un estorbo insalvable. ¿Qué puede hacer un profesor?

- Puede suspenderle. Pero no nos engañemos, el chaval pasa. Le da exactamente igual.
- Se le puede expulsar (siguiendo un procedimiento complejo y extremadamente garantista). El chaval estará encantado de librarse unos días del peñazo de ir a clase. Muchos reinciden inmediatamente esperando conseguir otras "vacaciones".
- Podemos (al viejo estilo) mandarle copiar mil veces la guía telefónica. Da igual, no lo va a hacer.
- Y así podríamos seguir. Acepto sugerencias.

El hecho, yo creo que innegable, es que todo lo que pueda hacer un profesor en el aspecto coercitivo para hacerle llegar a un alumno que su OBLIGACIÓN es estudiar, es inútil si no tiene un refrendo desde la familia de la criatura.

(Si, ya sé que alguien está diciendo a estas alturas que a los chavales hay que motivarlos y si no lo consigues eres un mal profesor. Les sugiero que dejen de ver "El club de los poetas muertos" y se metan en una clase de 25 "angelitos" de 13 años)

Seamos realistas, los únicos que tienen herramientas para empujar a un chaval a hacer algo (o hacerle "sufrir" las consecuencias de no hacerlo) son sus padres. Son ellos los que le pueden quitar la paga, prohibirle salir el fin de semana, tirar la consola por la ventana o no comprarle la ropita de marca que quiere.
Si lo que hace el profesor (suspender, amonestar, expulsar,...) tiene una repercusión en el hogar del alumno, estas medidas tendrán algún efecto. Si no, es como mear y no echar gota (con perdón).

Yo he visto algún pedugo de 12 años satifechísimo de si mismo y encantado de la vida con 9 ¡¡¡nueve!!! asignaturas suspendidas. Eso sí, con su cuidado corte de pelo de macarrilla y su camiseta de marca Rottweiller. Y no hablo de chavales de entornos marginales PARA NADA.

Veo una difícil solución a no ser que las familias se empiecen a concienciar de la necesidad de imponer disciplina y de inculcar a sus hijos la consciencia de que los actos tienen consecuencias. Y de que las consolas, ordenadores, televisores en el cuarto, ropita de marca, etc..., no son "gratis" sino que hay que ganárselas.

Claro, que si lo que quieres es tener al niño más güay del cole aunque suspenda todo... ¿Realmente habría que instaurar el carnet de padre por puntos?

Afortunadamente gente más lista, respetable y con influencia, tiene mis mismas opiniones:


5 comentarios:

  1. Al parecer somos muchos lo que opinamos eso, yo diría que la mayoría. Así que, ¿por qué estamos como estamos? Gran misterio.

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  2. Bueno, muchos opinamos esto EN TEORÍA (yo por ejemplo no tengo hijos). Me temo que en la práctica todo es un poco más difícil.

    En primer lugar a nadie le gusta ser el malo y aguantar rabietas y reproches de los hijos. Esto se agrava en el caso de padres divorciados que compiten por el cariño de los hijos.

    En segundo lugar es más cómodo enchufar al niño a la tele o a la consola que aguantarlo después de una larga jornada de trabajo. Privar a un niño de ciertos "artilugios" supone que el niño está "operativo" y hay que interactuar con él (controlarlo, jugar con él,...)

    Por último diría que nuestra sociedad padece un cierto síndrome de Peter Pan. Nadie quiere envejecer, y educar hijos supone ser psicológicamente "viejo" en el sentido de que te obliga a imponer (y asumir) normas, disciplina,... Yo he oido a bastantes futuros padres que decían que no iban a permitir que tener hijos les cambiara la vida. Es decir, pretendían seguir comportándose y pensando como "jóvenes despreocupados". Con ese esquema mental es difícil construir un ambiente de orden y disciplina.

    Yo no sé si somos mayoría los que pensamos así, pero desde luego no son mayoría los que practican estas teorías. Podría contar cada caso...

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  3. Yo tengo la fórmula mágica: el C.R.E.D.O.
    C competitividad: nada de "café para todos"; el que vale, vale, y el que no, que se busque la vida
    R respeto: derecho de admisión; todo joven tiene derecho a la educación; pero si voluntariamente no lo acepta, el sistema debe evacuarlo; actualmente se confunde derecho con obligación. ¡Vaya aberración!
    E esfuerzo: nada de regalar notas ni títulos;
    D disciplina: sin disciplina no hay discípulo; sin discípulo, no hay maestro
    O orden: aprender a estar, a mantener actitudes y posturas corporales adecuadas; a hablar sin gritar
    Una fórmula tan antigua como la civilización.
    Ah, y el castigo no es necesariamente una humillación. Recuperemos su significado etimológico.
    Pero ya se sabe: en esta sociedad vuelta del revés, lo más sencillo se ha vuelto lo más difícil. Demasiada gente opinando, demasiada gente poniendo reglas absurdas; demasiada gente mandando...
    Luis Plicator

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  4. A mí lo del CREDO me ha parecido (usando un contrasentido muy popular) "un poco demasiado" estricto. (Que es como suavizar el demasiado).

    No obstante, me permito tomar nota para exponerlo/imponerlo a la primera oportunidad ante mis pupilos.

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  5. El talento se trabaja (artículo del País).

    No sé si es aplicable también a los "pasmos educativos"; si metiéndole horas un "borderline" - creo que en leguaje moderno se denominan así-, llegaría a ser el mejor alumno.

    Supongo que es mucho pedir, pero seguro que mejoraría, el problema es que para meter horas: a) te tiene que gustar/motivar lo que haces, b) te tienen que vigilar/ayudar y como mucho en el caso antes citado te sirve para aprobar.

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