martes, 21 de julio de 2015

Pasmo nº 93: La "riqueza" de la diversidad.

Me pasma, de verdad que sí, (y no es la primera vez) que desde ciertos círculos, cada vez más extendidos y generalizados, sólo se considere como "riqueza" aquello que nos diferencia, nos separa. Aquello que dificulta de alguna manera el encuentro y la convivencia. 

No diré yo que la diversidad de lenguas, leyes y culturas no sea una riqueza. Pero NO SIEMPRE lo es, ni es la ÚNICA riqueza. 

Pero atrévanse ustedes en ciertos entornos (cada vez, repito, más extendidos) a decir (blasfemar) que
lo que nos une, lo que nos hace más iguales, lo que ayuda a los encuentros, a la convivencia y al entendimiento, es (puede ser) también una riqueza, algo a conservar y apreciar. Les mirarán como a Herodes entrando en una fiesta infantil

Y es que cada vez más el razonar, el tirar de la más pura lógica o pragmatismo son mirados con sospecha de facherío o tecnocracia ya que este tipo de opiniones "no tiene en cuenta los sentimientos". Y no sólo se puede atentar contra los sentimientos de las personas, ojo, sino que se pueden ofender "sentimientos" de colectivos que de alguna extraña manera sienten y piensan y sufren en bloque y de forma homogénea. Como si un colectivo no fuera un conjunto de seres pensantes e independientes sino un sólo ser, dotado de una sola voz y de un solo pensamiento (del los cuales viene muy bien arrogarse en portavoz).

Atrévanse, por ejemplo, a decir, según dónde o ante según quiénes, que tener una lengua común que permite a un señor de Lérida y a uno de Hernani entenderse sin necesitar intérprete es una riqueza descomunal. Una riqueza de la que no hay que avergonzarse y que hay que utilizar sin pedir perdón y con la cabeza bien alta. Atrévanse a sugerir que no hay que hacer traducciones superfluas e innecesarias (¿les suena lo de los pinganillos en el Senado?) porque para eso precisamente tenemos esa LENGUA COMÚN, y que eso es algo fantástico y que no es malo ni para ocultar con vergüenza, sino algo que nos hace vivir mejor. (Y más si tenemos en cuenta que esta lengua la usan, de paso 400 millones de personas por todo el mundo).

Digan que igual no hace falta traducir un texto determinado a cuatro idiomas porque TODOS sus destinatarios dominan el castellano y TAMBIÉN es su lengua. Atrévanse, y verán como les miran y lo que les dicen. 

Sean osados más allá de toda prudencia y defiendan que tener leyes IGUALES, que nos permitan tener a todos los mismos derechos, obligaciones y oportunidades puede ser algo a considerar, que incluso puede ser bueno, positivo. Que puede ayudar a que la convivencia sea más fácil, la vida más justa, los trámites más sencillos... Digan cosas tan lógicas y sensatas y verán lo que opinarán de ustedes.

Osen nombrar palabros y blasfemias como "economías de escala", "ahorro", "sinergias", "simplificación administrativa"... para defender que pueda ser bueno que existan instituciones comunes que gestionen las mismas cosas A LA VEZ y con una tramitación y una normativa igual. Atrévanse a decir que eso nos haría la vida más fácil, más barata, más justa, que reduciría desigualdades y agravios comparativos.

Tengan las santas narices de insinuar que igual, es posible, a lo mejor, 17 (¡¡DIECISIETE!!) legislaciones educativas para un país como España pueden ser excesivas y redundantes y que con una sola legislación básica (desarrollada localmente en algunos puntos) bastaría para todos. Les dirán que eso agrede a los SENTIMIENTOS colectivos de las Comunidades aludidas que, por lo visto, necesitan leyes diferentes para no sentirse menospreciadas en sus "hechos diferenciales".

Les dirán que cómo se atreven a hablar de lógica, de eficiencia, de pragmatismo, de ahorro, de justicia, de igualdad... cuando lo que está en juego son los "sentimientos" (y los sueldos de miles de cargos, carguetes y carguillos, claro) 

Les dirán que son unos fachas, unos centralistas, espías del invasor castellano, que no son unos aragoneses (o catalanes, vascos, gallego, andaluces...) de verdad.

Todo eso y más les dirán. Lo sé de buena tinta. 

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