NOTA: La parte sustancial del contenido de esta entrada está inspirada en las teorías del economista y humorista americano Scott Adams, autor de la tira cómica "Dilbert".
La mayoría de la gente (y de los economistas) hoy en día son conscientes de que el "libre mercado" tal como lo definía Adam Smith es una utopía, posiblemente tan inalcanzable como el "paraiso comunista".
El propio Smith, de hecho, reconocía que un escenario de "libre competencia" no dejaba de ser un modelo teórico ya que las condiciones necesarias para su desarrollo nunca se dan en la realidad.
Por supuesto hay por ahí un grupúsculo de gentes que aún creen en las virtudes del liberalismo sin límites, algunos de ellos se hacen llamar "Anarcocapitalistas"
Los demás, la gente de a pie, nos damos cuenta de que, en realidad, los mercados dejados a su albedrío no tienden a la libre competencia sino, muy al contrario, tienden ferozmente al monopolio. Toda empresa triunfadora va a tratar de eliminar de todas las maneras posibles (legales y en ocasiones ilegales) a la competencia aprovechando todos los fallos del sistema que surgen al aplicar un modelo teórico en la realidad.
Aquí un (para mi) interesante debate sobre el tema (el debate está en los comentarios).
En mi opinión no hace falta ser un genio para percatarse de lo que empresas como Microsoft habrían hecho hace tiempo con el mercado mundial de su sector si no hubiera regulaciones en defensa de la libre competencia.
Pero no es sólo la feroz tendencia al monopolio uno de los problemas del libre mercado para funcionar correctamente. Otro es lo que el humorista Scott Adams denomina el "Confusopolio". Para explicar lo que significa volvamos a Adam Smith.
El gran economista propugnaba que en un mercado con libre circulación de la información e inexistencia de barreras a la entrada (condiciones utópicas), las empresas irían reduciendo sus márgenes de beneficio hasta que sus ingresos fueran iguales a sus costes. En el momento en que una empresa tuviera un beneficio mayor que cero, surgiría automáticamente otra empresa (¡Plop!) que bajaría los precios (los costes son los mismos ya que en este modelo teórico la tecnología fluye libre y equitativamente). Al haber libre y total circulación de la información TODOS los clientes se irían en masa a esa nueva empresa. La conclusión final es que ninguna empresa podría tener Beneficio mayor que cero; trabajarían para cubrir costes (incluyendo sueldos, retribución al capital, etc...)
¿Como impiden las empresas que el mercado pueda tender (aún dentro de lo utópico del asunto)hacia esta situación completamente indeseable para ellas? Pues creando "confusopolios". Es decir sectores enteros donde al individuo medio (usted y yo, sin ánimo de señalar) le resulta imposible determinar qué empresa ofrece el precio más bajo. De esta forma todas las empresas consiguen su parte del pastel, y el tamaño de esta porción dependerá únicamente de la pericia con que consigan "persuadir" con su publicidad a los clientes incautos (sí, sí, usted y yo).
Según Scott Adams, los profesionales del marketing se dedicarán fundamentalmente en el futuro a disfrazar el coste real de sus productos para hacer que su empresa tenga éxito como confusopolista.
Me dirán ustedes que todo esto es una estupidez y que como clientes son ustedes perfectamente capaces de distinguir entre productos caros y baratos.
Vale, a lo mejor yo soy idiota pero, ¿son ustedes capaces DE VERDAD de clasificar por orden de tarifas a las compañías de telefonía?. ¿Y a las de seguros? ¿y los servicios financieros?
Pero es que el otro día yo mismo (ya hemos quedado en que puede que sea idiota) fui a comprar una tele y me encontré con una maraña de especificaciones técnicas que no comprendía. Acudí a un vendedor que no fue capaz de explicarme (o no quiso hacerlo) exactamente las ventajas de cada característica (vale, 100Mhz es más que 50 Mhz, pero ¿el ojo humano es capaz de distinguir la diferencia? ¿Justifica eso todo el incremento de precio?)
Luego me fui a otra tienda, donde los modelos que vendían no eran exactamente los mismos, con lo cual no podía comparar precios de forma indubitable. Pero es que las características que ponía en los televisores de la nueva tienda no se parecían a las que ponía en la primera tienda. O evaluaban otras características o la notación era diferente, ¡qué se yo!
Al final, he de reconocer que desconozco si me llevé la TV con mejor precio para su nivel de prestaciones (que sí, que vale, que soy idiota). Mi compra fue decidida por un método de análisis avanzado basado en dos premisas:
1. La tele que elegí era de una marca "conocida".
2. El vendedor (que tenía cara de buena persona, eso sí), me dijo que era "muy buen" televisor.
Finalmente me fui a mi casa muy contento con mi televisor nuevo y una desagradable comezón en las tripas.
Pues eso. Otra forma más que tienen las empresas de burlar ese liberalismo que se supone que beneficia al consumidor al aumentar la competencia. ¿A ustedes les convence? ¿O quizás entienden de televisores más que yo?
Yo estoy de acuerdo contigo, pero creo que hay otra causa subyacente que nos libra de llamarnos idiotas. Juegan con nuestro tiempo.
ResponderEliminarHacer el seguimiento de tarifas/prestaciones, etc requiere pararse, tomar nota, varias visitas, mientras cambian la oferta y tenemos que volver a empezar...así que cuentan con que el valor que le doy a mi tiempo ...me lo ahorro y no me importa gastarlo en eso que ellos me venden.
También funciona esa otra extrategia de algunos consumidores del prueba y error, es decir, esta compañia TV/telefonía, etc me da una oferta durante 6 meses, y luego amenzo con cambiarme a otra para que me la mantengan..claro que si te aceptan el farol, como no quieras ponerte a cambiar papeles, bajas/altas, o simplemente tu ajetreada vida impida que a los 6 meses seas consciente de que deberías hacer los trámites del cambio...pues estás j... y ya te quedas con ellos hasta que reunes los ánimos suficientes o la claridad mental de ponerte otra vez al ataque.
Vayamos a lo importante.
ResponderEliminar1º. El ojo y tu no sois consciente de la diferencia entre 50 y 100 Mhz. Pero después de una sentada a lo burro delante de la tele, posiblemente te notarás menos cansado con la segunda.
2º Estudia los modelos y compara, características y precios, viendo modelos en Internet. La verdad es que, sin llegar al nivel de especialista, en una tarde puedes llegar a bastantes conclusiones. Por cierto, yo he optado por compar la electrónica directamente en la Red, la diferencia de precios y rapidez del servicio merecen la pena.
Por lo demás, estoy contigo, la confusión es una de las piezas del mercado. Por eso los reguladores (que haberlos "hay los ", aunque a veces escondan la cabeza y no quieran saber nada) suelen incidir mucho en el tema de la claridad en el etiquetado.
Un abrazo.
Pues va a ser eso, me tendré que poner a lo de las compras por internet. Lo que pasa es que soy muy tradicional y me gusta palpar los productos, hablar con los dependientes...Pero nada, renovarse o morir.
ResponderEliminarY nada, si una de las condiciones para que se de la libre competencia es la perfecta libre y total circulación de la información, está claro que a muchas empresas les interesa que ésta no circule fluidamente.